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Los nuevos medios de comunicación en la política

El trabajo de los medios de comunicación y de los periodistas en periodo electoral es fundamental para ayudar a los ciudadanos a entender la realidad y explicar las propuestas de cada candidato.

Los medios de comunicación cumplen un papel fundamental en el control del poder y la configuración de la opinión pública. Tal y como expone el artículo del libro “La era de la perplejidad. Repensar el mundo que conocíamos”, los medios surgidos tras la aparición de internet han evolucionado muy rápidamente en las últimas décadas, y lo siguen haciendo cada día. Páginas web, blogs, aplicaciones digitales y redes sociales se expanden continuamente de formas innovadoras. 

El sistema de los medios políticos ha cambiado, ya que los medios convencionales como los periódicos, la radio y los noticiarios televisivos, que no han modificado demasiado sus formatos, deben coexistir con nuevos medios de comunicación que evolucionan constantemente. 

Este nuevo panorama ha alterado radicalmente la manera en la que funcionan las instituciones gubernamentales, las estrategias que utilizan los políticos para transmitir sus ideas y disputar las elecciones, el papel de los periodistas y la forma en que los ciudadanos se implican en la política.

Mayor acceso a la información

Los nuevos medios de comunicación proporcionan un mayor acceso a la información, consiguiendo que la información política llegue también a ciudadanos que no tienen ningún interés. Pueden llegar a audiencias y perfiles concretos en plataformas o redes sociales como Facebook. 

Han conseguido implicar al público en muchas actividades políticas, como votar, contactar con funcionarios, participar en voluntariados o formar parte en movimientos de protesta. Han facilitado el contacto entre el público y el gobierno con nuevas vías, contribuyendo así al flujo de información política. De esta manera, podemos afirmar que los nuevos medios de comunicación han creado nuevos espacios de debate donde cualquier persona puede compartir abiertamente su opinión o su punto de vista. Además, hacen que el discurso político pueda tener lugar en cualquier momento, en cualquier instante y de forma espontánea. Según el artículo del libro:

medios de comunicación

Las investigaciones muestran que el acceso de la gente a las redes sociales de internet tiene un efecto positivo sobre su opinión de la eficacia política y en su tendencia a participar en la política. Las redes sociales permiten a la gente organizarse con eficacia y hacer uso de su influencia colectiva.

Desintermediación de los contenidos

Por otra parte, los nuevos medios son un espacio donde los usuarios pueden interactuar y colaborar, facilitando así la producción, la diseminación y el intercambio de contenido. Sin embargo, esta libertad  hace que la información se propague sin ningún límite. No debe pasar por ningún filtro, por ninguna revisión de terceras partes. Tampoco se comprueba la validez de sus datos o su valor editorial. En otras palabras, la información se puede transmitir directamente sin organismos que puedan intervenir o controlar dicha transmisión.

El riesgo principal es que cualquier persona con un perfil de usuario puede llegar a muchos otros usuarios en muy poco tiempo. Incluso quienes no tienen ninguna formación o importancia en periodismo tienen voz para llegar a millones de personas. Además, plataformas como las redes sociales facilitan la difusión de contenido, ya que los mensajes se pueden compartir y multiplicar en pocos clics. La consecuencia de todo ello es que la comunicación política es mucho más inestable e impredecible.

Contenidos de poca calidad

Los nuevos medios nacieron al final de la década de 1980, en un momento en que los programas de radio y televisión de entretenimiento, así como la prensa sensacionalista, empezaron a adoptar papeles políticos muy conocidos. Así es como nació el “infoentretenimiento”, una tendencia que ha persistido y que sigue impregnando el periodismo político. 

A día de hoy se difunden muchos contenidos políticos poco fiables, superficiales y cuyo objetivo es simplemente llamar la atención del público. En la era de los nuevos medios, muchas noticias consisten en la cobertura de escándalos que, frecuentemente, tienen muy poca relación con el gobierno o los líderes políticos. Además, se hace más responsables a los políticos debido a que todos sus movimientos -así como su vida privada- se rastrean y se difunden constantemente en las redes sociales. 

Estas tendencias han terminado por influir completamente en la calidad y la naturaleza de una gran parte de las noticias que llegan a los ciudadanos.

Intereses comerciales

Otro aspecto a tener en cuenta son los incentivos económicos de las nuevas compañías de medios como Google, Facebook o Twitter. Su principal objetivo es atraer a grandes audiencias para obtener mayores ingresos publicitarios. El contenido político que difunden se utiliza, mayoritariamente, para atraer y mantener a más consumidores en sus plataformas. Cuando más tiempo consumen los usuarios en sus perfiles, mayores son los ingresos. Es así como el contenido político pierde, en cierta parte, la función de mantener informado al ciudadano.

“Los motores de búsqueda dirigen a los usuarios hacia una selección limitada de páginas web muy visitadas y bien financiadas” (Hindman, 2009; Pariser, 2011).

Por otra parte, los usuarios suelen escoger las fuentes de noticias y la información que quieren leer basándose en su afinidad política con otros usuarios.

En este sentido, se crea un “filtro burbuja”: el usuario es alejado de cierta información que difiere de su punto de vista y queda aislado en una burbuja cultural o ideológica propia. Por lo tanto, los nuevos medios tienen la capacidad de separar a los usuarios de otras opiniones, agravando la polarización política.

El auge de las noticias falsas 

Al mismo tiempo, cabe destacar la gran problemática que supone el aumento de las noticias falsas. En comunicación política, las historias sobre noticias falsas apelan a creencias preexistentes sobre los líderes políticos, los partidos, las organizaciones y los medios de noticias convencionales. El problema principal es que, a pesar de que algunas historias son totalmente falsas e identificables, otras contienen algunos elementos reales que las hacen parecer creíbles, dificultando que se categoricen como “fake new”. Redes sociales como Facebook o Twitter permiten crear audiencias con ideologías similares que confían plenamente en los contenidos publicados. 

Otro aspecto a tener en cuenta es que la logística, el coste y las capacidades necesarias para crear contenido se han reducido, proliferando la difusión de información falsa. Además, según el artículo del  libro mencionado anteriormente: 

 “las reclamaciones legales ante las noticias falsas y la distribución de contenidos falsos son mucho más difíciles de plantear, ya que resulta caro y consume mucho tiempo demandar a editores por difundir informaciones falsas.
 Vigilantes de la prensa

Por último, los nuevos medios han potenciado la capacidad de los reporteros de actuar como vigilantes de la prensa, pero la tarea de vigilancia de los medios se ha vuelto más difícil de satisfacer. A pesar de que la confirmación de la información ahora es una categoría propia dentro de las noticias, la cantidad de información falsa que circula se ha multiplicado. De hecho, las plataformas de Fact-Checking, que nacen con la función de desenmascarar las noticias falsas, no siempre pueden seguir el ritmo a la cantidad de información que requiere una comprobación.

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