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No todo son fake news: el periodismo local resiste la crisis de confianza en la prensa

En los últimos años se ha hablado mucho del impacto de las fake news en nuestra sociedad, poniendo el foco en la desinformación y el efecto que estas noticias virales pueden llegar a tener a la hora de guiar la conducta de los ciudadanos. Se ha estudiado la influencia que éstas tuvieron en la elección de Donald Trump en 2017, así como en la expansión de bulos en torno a la vacuna contra el coronavirus, que ha tenido su eco más reciente entre las estrellas de la NBA (la liga de baloncesto profesional de los EEUU): algunos jugadores se han negado a vacunarse porque lo consideran parte de un “plan satánico” para controlar a la comunidad afroamericana a través de microchips.

Sin embargo, cada vez parece más evidente que las fake news han traído aparejadas otras consecuencias negativas: una desconfianza y un descrédito generalizado hacia la información que consumimos. El sociólogo William Davies ha advertido que esto es una reacción a la aceleración comunicativa de las sociedades, donde el bombardeo de estímulos informativos -anuncios, noticias de última hora, notificaciones, bots, mensajes de spam, además de las fake news– provoca que nos encontremos en un estado de alteración y excitación constantes.

“Conforme nos acostumbramos a los sucesos en ‘tiempo real’ y a los medios, inevitablemente acabamos fiándonos más de las sensaciones y las emociones que de las pruebas. La información se valora más por su celeridad e impacto que por su fría objetividad, y la falsedad emotiva con frecuencia viaja más rauda que la realidad”. La conclusión de su libro Estados nerviosos es que “individuos y gobiernos que viven en un constante y agudizado estado de alerta y que se apoyan cada vez más en el sentimiento que en la realidad”.

William Davies

En el contexto de la prensa audiovisual y escrita, este predominio de la emoción y el descrédito se traduce en datos muy preocupantes: en España, solo el 36% de los lectores se fía de la validez de las informaciones que lee; una cifra que ha ido bajando desde 2017 y cuyo descenso ha alcanzado límites históricos. La crisis es generalizada en el sector, pero el informe de Digital News Report, muestra diferencias sustanciales entre los países analizados: por ejemplo, en Finlandia la confianza llega al 65% , en Portugal al 61% y en Dinamarca al 58%, cifras que prácticamente doblan la española y se sitúan por encima de la media del informe, que es de un 44% de confianza.

Las marcas periodísticas lidian con un clima polarizado

La situación es grave, pero hay datos para el optimismo. El mismo informe nos descubre algunos elementos que pueden ser clave para trabajar en la recuperación de la confianza perdida: precisamente porque las fake news no son las únicas culpables de esta crisis, parece posible encontrar formas de revertir las dinámicas de consumo acelerado y global.

El primer dato a destacar es la diferente aproximación que hacen los lectores entre la información en general (es decir, cualquier noticia que pueda llegarles por cualquier vía, ya sea un post en WhatsApp o una noticia compartida en el feed de Twitter) y la información que ellos consumen regularmente a través de canales conocidos. En este último caso, la confianza aumenta hasta un 42%, dato que parece más relevante si tenemos en cuenta la comparación con otras vías de consumo no regular, como los buscadores (30%) o las redes sociales (donde el dato se desploma hasta un 24%). Los expertos de la Universidad de Navarra que han analizado estos datos explican esta variación en base al llamado “efecto tercera persona”: un sesgo inconsciente que nos hace minimizar la posibilidad que los medios que consumimos nosotros nos engañen, así como suponer que nuestra capacidad crítica es mayor que la del resto de ciudadanos.


El segundo dato interesante del informe de Digital News Report, directamente relacionado con el primero, es que la confianza en las marcas periodísticas es mayor que la confianza general en la información. Aquí hay mucha tela que cortar, pues si bien los datos no son del todo malos, a nivel español se registra una importante caída en la confianza hacia los grandes medios: según revela la encuesta, tanto los canales de noticias televisivos como los escritos han sufrido un nuevo descenso en el margen de un solo año: 20 Minutos, por ejemplo, ha pasado de un 49% a un 38% de confianza entre los encuestados; La Sexta del 45% al 36% o TVE del 49% al 41%.

Es difícil dirimir los motivos de esta transformación, pero los expertos apuntan que en el contexto de la pandemia los efectos de polarización mediática han contribuido a que los medios más vistos y leídos por personas que ideológicamente se situaban en el centro del tablero político se desplazaran hasta posiciones más radicales. Es el caso de los tres medios digitales que más lectores “de centro” tenían (Eldiario.es, El Confidencial y 20 Minutos), la pérdida de confianza que han sufrido está sesgada ideológicamente, pues sus lectores se han marchado a otros medios más escorados a izquierda y derecha.

El periodismo local resiste al descrédito

El tercer y último dato relevante del informe es la resistencia de los medios locales y regionales, que son los únicos que consiguen mantener la confianza en un 53%, por encima de la media general, del apego a las marcas periodísticas y de los sesgos ideológicos. Se trata de un fenómeno que va más allá de las fronteras nacionales, y que podemos observar en otros países, como demostraron los informes Gallup y Poynter en los EEUU.

Los motivos de su capacidad para retener a los lectores son diversos. Los expertos en medios señalan la relación entre la cercanía y la confianza: tanto los periodistas como las fuentes consultadas (vecinos, comerciantes, familiares) pueden ser conocidos para los lectores; en segundo lugar, en la prensa local se habla de zonas y problemas que afectan directamente a los lectores, y que incluso pueden llegar a conocer de primera mano, por lo que las suspicacias generadas por la posibilidad de fake news es muy reducida; un tercer motivo tiene que ver con la relación más relajada que el lector mantiene con estos medios: en tanto que se trata de empresas mucho más pequeñas, y con menos capacidad de cubrir las noticias de última hora y comunicarlas “en tiempo real” (muchas de estas publicaciones son semanales o quincenales), la información que ofrecen se sustrae del flujo de noticias de las redes.

La televisión Canaria con la cobertura de el volcán La Palma, son un claro ejemplo del éxito del periodismo local.

Para entender esta resistencia, también debemos referirnos al distinto uso que hacen de las redes sociales. Y es que lejos de comunicar noticias de forma impersonal, en muchos casos buscando la viralidad con titulares y posts sensacionalistas que favorecen el clickbait, en los medios locales predomina la interacción con la comunidad y la atención personalizada.

Otro factor clave es la mayor transparencia de estos medios, que también contribuye a crear lazos más íntimos con la publicación: muchos de ellos comparten los ingresos que obtienen por las suscripciones y subvenciones, haciendo público el estado de sus cuentas en todo momento, de modo que pueden despejar también cualquier tipo de sospecha por la existencia de intereses ocultos en forma de financiación por parte de gobiernos y grandes empresas.

Por lo tanto, si una cosa deja clara el mejor desempeño de los medios locales en la creación de lazos de confianza con los lectores es que no podemos ver la crisis de credibilidad de la prensa como la consecuencia simple y directa de las fake news. Como apunta el sociólogo William Davies, las causas son mucho más complejas y atañen a una transformación de la infraestructura comunicativa de las sociedades; por ello mismo, y en medio de un clima de polarización creciente, el camino está marcado por las publicaciones regionales: recuperar la confianza del público es posible y existen las herramientas para hacerlo.

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