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La pandemia se acaba, el teletrabajo no: estos son los nuevos retos (digitales) para el trabajo a distancia

Con la desescalada en marcha y un ritmo de vacunación batiendo récords semanales, parece que el final de la pandemia está cada vez más cerca. Sin embargo, algunos de los cambios que hemos vivido este último año en nuestro modo de comunicarnos, relacionarnos y trabajar han llegado para quedarse. Prueba de ello es el eslogan “move your desk, change your life” (“mueve tu escritorio, cambia tu vida”), con el que el consorcio Turismo de Barcelona iniciaba una campaña para atraer a extranjeros que quisieran teletrabajar mientras disfrutaban de la ciudad. Bajo la idea de “workation”, que podríamos traducir como “trabajaciones”, buscaban fomentar un nuevo tipo de visitantes de larga duración.

teletrabajo

Pero la idea de tomarte un cóctel viendo la puesta de sol frente al mar mediterráneo, una vez has terminado tus reuniones por Zoom y has entregado los informes semanales -así es como terminaba el anuncio de Turismo de Barcelona- es solo la parte bonita del teletrabajo. Tanto para los empleados como para las empresas, esta forma de entender la relación laboral ha generado una serie de nuevos desafíos que hasta ahora no se habían podido abordar correctamente.

El confinamiento hizo del teletrabajo una realidad innegociable, que no pudo ser planificada. Todo el mundo se fue adaptando sobre la marcha, aprendiendo de los errores, mejorando dentro de unos márgenes muy estrechos. Pero ahora que empezamos a ser conscientes de que el teletrabajo no desaparecerá con el coronavirus, es el momento de hacer frente a estos nuevos retos para poder así hacer efectiva la oportunidad de flexibilidad y conciliación que ofrece el trabajo a distancia.

1. Derecho a la desconexión digital

En la idea misma del “workation” hay un problema evidente: si estás trabajando, no estás de vacaciones. Y viceversa: si estás de vacaciones, no deberías estar trabajando. Aunque este neologismo sea solo una estrategia publicitaria para seducir a los empleados con la idea de que trabajar desde la playa de la Barceloneta será como estar ocioso, es muy sintomático de la confusión cada vez mayor entre vida laboral y vida personal, entre tiempo de trabajo y tiempo de descanso.

Se trata de una transformación inherente al mundo laboral contemporáneo, dónde se asume que toda ocupación es en el fondo vocacional: el lema “love what you do, do what you love” (ama lo que haces, haz lo que amas) es quizá el que mejor resume esta conversión de lo laboral en personal y de lo personal en laboral. Pero el teletrabajo, gracias a las nuevas tecnologías digitales, ha acabado por borrar esa barrera como nunca antes había sido posible.

Sin embargo, la posibilidad de estar siempre disponible, sin embargo, va en contra del derecho de desconexión digital, es decir, del derecho a no recibir WhatsApps o correos fuera del horario de trabajo (o de no sufrir consecuencias negativas si no los atiendes). Durante el confinamiento este problema fue más exagerado en la medida que las empresas sabían que los trabajadores se encontraban encerrados en sus casas. Pero abordar esta cuestión sigue siendo un reto para el teletrabajo: ¿qué podemos hacer para marcar límites estrictos, sin que estos límites generen tensiones que no se producirían en la oficina?

Algunas de las soluciones que proponen los expertos pasan por establecer sistemas de avisos que comuniquen a los trabajadores que ha finalizado la jornada laboral, así como poner en común los diferentes horarios y calendarios de toda la plantilla para que no se puedan programar reuniones fuera de ese marco común. Incluso existen aplicaciones que limitan la posibilidad de contactar a los compañeros de trabajo cuando no es su horario laboral. Además, todo esto no solo se aplica a las comunicaciones, sino también a las horas trabajadas (incluso en el caso de cursos obligatorios o reuniones que se alarguen más de la cuenta).

2. Inversión en tecnología y equipamientos

Otro reto clave tiene que ver con la infraestructura del teletrabajo, pues si como sociedad nos dirigimos hacia un modelo híbrido, los trabajadores deberán tener los dos espacios de trabajo correctamente equipados. Un dato anecdótico que, sin embargo, sirve para hacernos una idea da profundidad de esta transformación es el hecho que durante los primeros meses del confinamiento la venta de impresoras de tinta aumentó en España hasta en un 65%: un instrumento que había dejado de ser imprescindible en muchos hogares de golpe volvía a serlo, en tanto que estos hogares se habían convertido en espacios de trabajo que requerían de este tipo de herramientas (en este caso, impresoras que, además de imprimir, permitieran también otras formas de gestión documental, como escanear o enviar documentos).

La cuestión de la salud y la prevención de riesgos laborales es primordial en relación con los equipamientos laborales en casa: por ejemplo, el hecho de facilitar una pantalla de ordenador y un teclado al empleado para que no tenga que trabajar desde un dispositivo que no esté pensado para un trabajo de ocho horas, como un portátil o una tablet. Asimismo, es muy importante que el empleado cuente con los instrumentos y los medios necesarios para poder desarrollar correctamente su trabajo, algo que tampoco viene siendo lo habitual: por ejemplo, una buena conexión de wifi o el acceso a programas de pago imprescindibles para desempeñar su labor.

Por último, un tema capital que ha aparecido en torno a los equipamientos necesarios para el teletrabajo tiene que ver con las brechas de seguridad de las empresas y la protección de datos. Quizá el caso más obvio, y que generó muchos titulares desde el principio de la pandemia, tenía que ver con el uso de programas de videoconferencia como Zoom, que no cumplía con los requisitos de privacidad que se esperan para este tipo de comunicaciones. Con todo, se trata de una cuestión mucho más amplia, que puede trasladarse incluso al campo de las impresoras, para volver al mismo ejemplo aparentemente banal: muchas impresoras cuentan ya con sistemas de impresión inteligente que permiten monitorizar la seguridad de los documentos en la nube e incluso proteger los documentos ya impresos para que solo pueda acceder a ellos la persona que esté acreditada para hacerlo.

3. Prevenir la fatiga digital

Pasarnos el día delante de una pantalla nos afecta de innumerables formas, físicas y mentales. Basta con consultar la lista de patologías que actualmente se asocian con la fatiga digital -desde el síndrome del “text neck” hasta el aumento de los trastornos de ansiedad- para comprobar el alcance de tales afecciones. Pero si estas nuevas enfermedades ya eran un problema antes de la pandemia, la implementación del teletrabajo ha agravado sus consecuencias, obligándonos a tomarnos muy en serio la forma de limitar este tipo de fatiga.

Las razones de este aumento parecen evidentes: con el teletrabajo, todas las interacciones laborales pasan a estar mediatizadas por la tecnologías, casi siempre por una pantalla. Lo que en la oficina podía servir para airearse y levantar la vista del ordenador -por ejemplo, una reunión o tomar el café con un compañero-, ahora se convierte en una interacción digital más, que suma cansancio al cansancio.

Además, el teletrabajo conlleva una nueva forma de fatiga específica, que los expertos han llamado “tecnoestrés” y sobre el que incluso el Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales tuvo que pronunciarse. En el documento redactado por un equipo de psicólogos, se definía el tecnoestrés como “una enfermedad de adaptación causada por la falta de habilidad para tratar con las nuevas tecnologías de una manera saludable”. Aunque refinan la caracterización de esta patología en base a distintas perspectivas, está claro a lo que se refiere: a toda aquella presión y ansiedad que se deriva del uso de herramientas que no dominamos, o que dominamos pero que nos causan problemas (por ejemplo, las dificultades para subir un documento al Drive o para participar correctamente en una videollamada).

Lo interesante es que más allá de las habituales soluciones individuales para mitigar y prevenir este tipo de fatiga, así como las formas de tecnoestrés (podemos pensar en ejercicios de relajación y meditación, rutinas con descansos, limitar el tiempo total de uso de estos instrumentos, etc.), en el documento del Ministerio se proponen también objetivos colectivos para las organizaciones, que tienen que ver con la creación de grupos de trabajo para que el lidiar con este tipo de problemas no se convierta en un inconveniente privado de cada empleado y para que sea más fácil encontrar soluciones y respuestas en el marco de una inteligencia colectiva.

4. Luchar contra el aislamiento laboral

La cuestión de los riesgos laborales es un tema en sí mismo, independiente de los cambios en el actual paradigma laboral, puesto que muchos de estos riesgos tampoco se abordaban en las oficinas, antes de que el teletrabajo se convirtiera en una posibilidad real. Sin embargo, hay un tipo de riesgo específico de este nuevo modelo híbrido que merece una mención aparte, dado que puede afectar  todas las facetas del desempeño del trabajador: el aislamiento laboral.

Por un lado, el aislamiento tiene que ver con lo que habíamos visto un poco más arriba. La dificultad para separar el tiempo personal del tiempo de trabajo puede hacer que algunas tareas se vuelvan mucho más agobiantes, y que el trabajador asuma un grado de responsabilidad mucho mayor sobre esa tarea concreta de lo que lo haría en la oficina, como parte de un equipo. Por otro lado, la incomunicación que conlleva el teletrabajo puede impedir que se creen una serie de vínculos afectivos dentro del entorno laboral que contribuyen a mejorar el bienestar individual y colectivo.

Los riesgos para la salud asociados al aislamiento van desde lo más obvios -el hecho de estar solo en caso de accidente- hasta aquellos que tienen que ver con la salud mental, y que durante muchos años han sido ignorados o menospreciados -trastornos de ansiedad, depresivos y estrés-. Como señala un documento del Ministerio sobre la cuestión del aislamiento, los efectos psico-sociales también son importantes, ya que el aislamiento puede causar reacciones inapropiadas de los trabajadores frente a algún problema o dificultad cotidiano, en la medida que no tienen nadie con quien hablarlo. Las soluciones que se proponen para esta cuestión son claras: por un lado, fomentar formas de socialización presenciales y virtuales; por el otro, abogar por un modelo híbrido que no permita el aislamiento total de los empleados.

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